Blog de arte y creatividad

Te presentamos 4 ejercicios sencillos de Bert Dodson para desbloquear la creatividad y ampliar tus horizontes personales. Funcionan tanto si estás en una crisis creativa como si simplemente quieres salir de tu zona de confort.

1. Observa y exagera las características
Cuando te concentras en diferentes aspectos del objeto que vas a dibujar, empiezas a verlo de forma distinta. Un dibujo exacto conecta al espectador con el objeto de forma literal. Por ejemplo, todos sabemos lo que es una silla. Pero si exageramos o distorsionamos su forma, conectamos con el espectador a un nivel emocional y le invitamos a ver algo conocido desde una nueva perspectiva. Eso atrae la atención y revela algo nuevo, tanto en el artista como en quien observa.

2. Cambia las proporciones
Este tipo de dibujos se parecen a caricaturas, por eso son tan atractivos. El contraste crea interés. Si quieres que un objeto parezca enorme, colócalo junto a algo pequeño. Incluso si solo tienes un objeto, crea contraste entre sus detalles. Los resultados pueden ser divertidos, sorprendentes o hasta inquietantes, pero siempre captarán la atención.

3. Resalta las diferencias
La diferencia es información. Una forma de hacer que lo común parezca extraño es enfatizar el contraste. Por ejemplo, dibujar a dos personas: una muy delgada y otra muy corpulenta. En la vida real la diferencia puede no ser tan marcada, pero llevándola al extremo surge una historia completamente nueva.

4. Juega con la escala
Puedes crear una imagen impactante combinando elementos de distintos tamaños en una sola composición. Un ejemplo brillante: Gustave Courbet representado como conductor de una limusina al lado de una niña diminuta. El contraste no es solo visual, sino también simbólico: el artista parece un gigante, en todos los sentidos. De esta forma nacen las metáforas que sostienen una buena ilustración.

Distorsión con propósito
Incluso artistas con mucha experiencia a veces tienen dificultades para distorsionar intencionadamente. Paradójicamente, una formación muy estricta en dibujo realista puede dificultar la expresión personal. El cerebro quiere «dibujar como una cámara», sin dejar espacio para lo nuevo.

Un método eficaz es este: dibuja los contornos del objeto con un rotulador grueso, sin mirar al papel, solo al objeto o la foto. De vez en cuando puedes echar un vistazo para no salirte del papel. Cuando termines el contorno, usa un lápiz fino para añadir sombras y detalles con libertad. La distorsión natural del primer paso hace que el resultado final tenga fuerza y autenticidad.

Cada día tomamos decisiones: si levantarnos temprano, si tomar café o agua, si salir a correr o ver otro vídeo en YouTube.

A veces parece fácil decidir, pero otras veces cuesta más. Si quieres avanzar, tienes que elegir y eliminar las distracciones. Lo mismo pasa con los hobbies. Aunque te guste mucho lo que haces, puede que lo dejes por falta de tiempo o por cambios en tu rutina. Pero, en la mayoría de los casos, es una elección: dibujar (o bailar, bordar, lo que sea) puede estar por encima de ver una serie o perder el tiempo en cosas que no te aportan nada.

Y claro que no siempre vas a poder elegir la mejor opción. Hay días soleados y otros nublados. A veces la salud no acompaña. Pero lo importante es intentarlo cada día. ¡Eso es lo que cuenta!

Y sí, esto también aplica al dibujo:

🖍 Puedes dejarlo para mañana, o hacer una pequeña libreta y dibujar algo en 10 minutos.
🖍 Puedes decir que no tienes espacio y que vas a manchar todo, o puedes usar un plástico o papel de periódico y empezar igual.
🖍 Puedes pensar que necesitas mucho dinero para empezar a crear, o darte cuenta de que ya tienes un lápiz y papel en casa.
🖍 Puede que en tu ciudad no haya una buena escuela de dibujo (¡aunque en Praga sí, gracias a Draw Planet!), pero siempre puedes apuntarte a un curso online.

La decisión está en tus manos 😊

No es ningún secreto que muchos artistas no ponían título a sus obras. En muchos casos, los cuadros recibieron un nombre mucho tiempo después, asignado por propietarios, museos, herederos o abogados.

Johannes Vermeer no fue la excepción. Su famoso cuadro «La joven de la perla» no recibió este nombre hasta varios siglos después de su muerte. Al principio, la pintura era conocida como «La joven con turbante» o «El rostro de una joven».

El título «La joven de la perla» surgió en 1995, cuando la Galería Real Mauritshuis de La Haya preparaba el catálogo de una exposición de Vermeer en Washington. Más tarde, este nombre se popularizó gracias a la novela de la escritora Tracy Chevalier. En 2004, la historia llegó al cine con la película protagonizada por Scarlett Johansson.

El nacimiento del impresionismo está estrechamente ligado al progreso técnico de la sociedad.

Para poder captar las impresiones más sutiles, los matices de luz y color, los artistas necesitaban salir del estudio y pintar al aire libre. Pero hasta mediados del siglo XIX, eso era técnicamente muy complicado, especialmente cuando se trataba de usar pintura al óleo en exteriores.

Las pinturas se almacenaban en pequeñas bolsas hechas con vejiga de cerdo. Para extraer el color, había que perforar una pared delgada del saquito y luego volver a sellarlo. Con cada uso, este proceso era tan laborioso que la pintura solía secarse rápidamente.

En 1840, William Winsor, fundador de la marca Winsor & Newton, propuso guardar las pinturas en una especie de jeringa de vidrio o metal. Sin embargo, esta solución no resolvía del todo los problemas de secado y transporte.

Fue el pintor estadounidense John Goffe Rand quien, en 1841, registró la patente de un invento llamado “Mejora en el sistema de almacenamiento de pintura”. Había nacido el tubo de pintura metálico, tal como lo conocemos hoy.

Ese mismo año, Rand presentó varias patentes para perfeccionar el diseño, aunque aún no incluía el cómodo tapón enroscable.

Mientras tanto, William Winsor patentó una versión con boquilla y rosca, más práctica para los artistas. En 1842, la fábrica Winsor & Newton empezó a producir masivamente estas nuevas pinturas en tubo.

En poco tiempo, este invento se extendió por todo el mundo.

A pesar de los múltiples intentos posteriores por mejorar el diseño, el tubo metálico con tapón enroscable sigue siendo hasta hoy el formato más práctico y funcional para almacenar pintura al óleo.